Nunca discutir con fanáticos (y menos si son más que tu)
El día de ayer me ví inmiscuido en una polémica religiosa con personas cercanas a mí. Debo confesar que me gusta discutir, nada me hace más feliz que derribar la lógica y los argumentos de mi contraparte con eficaces dardos verbales y hechos concretos, en otras palabras, disfruto el placer de una buena polémica. Sin embargo, en esa ocasión me ví acorralado y en juicio ante un tribunal en el cual no tenía aliados (cuatro personas compartiendo el mismo punto de vista, tratando de rebatir mis solitarios argumentos). Traté de defenderme refiriéndome a acontecimientos históricos, haciendo hincapié en las incogruencias más evidentes de sus declaraciones; en un principio con la finalidad de probar la validez de mi punto, pero al final, sólo por lograr que me dejaran en paz, y mantener mi ego intacto.
Angustiosos noventa minutos duró mi inquisición. Derribé sus argumentos y fui calíficado de apóstata. Señalé sus contradicciones y me gané el trato de un hereje. Apelé a la lógica, y a la libertad de culto en un último y desesperado intento por ganar algo de paz, y me retaron a asistir a una "jornada espiritual" para descubrir a Dios... Nada pudieron logar mis intentos por hacerles ver que yo no necesito encontrarme con Dios, pues como yo lo veo, me encuentro tan cerca de él como cualquiera de ellos.
Me instaron a "recapacitar", y a "darle una oportunidad a Dios", ya que el retiro es de "únicamente cuatro días" (¡Horror! un escalofrío recorre mi espina solo de pensar en cuatro días encerrado con fanáticos). Y aunque en un principio me senti tentado a aceptar solo por el placer de regresar en las mismas condiciones, incluso de ser expulsado de la dichosa jornada por crear polémica; ahora la verdad me da mucha flojera hacerlo sólo para fastidiarlos... Me preguntó hasta donde llegará mi egocentrismo, y si seré capaz de ir al estúpido encierro sólo para joderlos... Ya lo averiguaré.
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