Cultura VIP
Una nueva forma de pensamiento ocupa las mentes de los mexicanos: la corriente VIP (un oximoron bastante tonto); en fin, debido a programas importados de gabacholandia -en donde la TV es un estilo de vida- hoy en día los mexicanos nos enfrentamos a un mundo VIP (que para los malinformados significa
Very Important Person, no Vengan Idioteces P*ndejas): tenemos salas de cine VIP, restaurantes VIP, días de antro VIP, programas VIP para la telera, y ahora corre el rumor de que Andrés Manuel López Obrador pondrá en marcha vagones VIP del metro, en donde los asaltantes te pedirán permiso antes de quitarte la cartera, y los pervertidos se disculparán después de tortearte.
México se encuentra en una espiral descendente hacia la autodestrucción, nuestro presidente no tiene los
cojones para acabar con la corrupción y la pobreza, nuestros diputados compran votos de a 30 pesos con el dinero de la nación para quedarse en
reality shows de cuarta y hacer el ridículo de nuestro sistema legislativo [sic], hay media docena de programas de chismes y espectáculos a lo largo del día, y no faltan las personas que se pasan horas viendo a celebridades dormir y expulsar flatulencias
las 24 horas del día, en completa sumisión a la estulticia. Lo que los políticos empezaron, los medios rematan.
Somos un país sin cultura, una nación de telenovelas refritas hasta el cansancio, una república cuya principal lectura es la superación personal y ni así puede salir del hoyo. Pero eso sí, vimos completita la final de Big Brother, cambiándole a ratos para ver que le decían los críticos a la bola de escuincles enfadosos y caguengues de la Academia, y nos chutamos todos los días Hoy, La Oreja, Ventaneando y Con Todo y rematamos con la novela de la noche, o en su defecto el programa pinchurriento de humor barato de las diez. ¿Qué mas bajo debemos caer para darnos cuenta de hacia donde nos lleva el rumbo que estamos tomando?