¿Quien no lo ha hecho?
Alguien me dijo "no te justifiques conmigo, cuando lo haces en realidad estas buscando justificarte contigo mismo." ¡Vaya que es cierto! Siempre que decimos una excusa por alguna diligencia que no hemos cumplido, en realidad no lo hacemos para que la otra persona comprenda la caótica y absorbente ocupación de nuestras vidas, sino para acallar nuestra conciencia y dormir tranquilos, a pesar de que tuvimos el tiempo necesario para cumplir nuestras obligaciones, y no lo hicimos.
A raíz de eso comencé a hacer un recuento de las veces que me he justificado ante alguien sólo para sentirme mejor ante algo que pude haber hecho. Excusas como no tuve tiempo, la computadora se descompuso justo cuando iba a hacer el trabajo, traté pero no pude, u otras tantas que los mexicanos bien sabemos idear; son sólo intentos para justificarnos por no haber hecho todo lo posible, o no haber rendido al 100%.
A partir de ahora no pienso dejar que mis palabras sean medios para vindicar mediocridad. Las acciones son siempre más elocuentes que las excusas. Cuando somos reconocidos por nuestras acciones, generalmente apreciaremos que la gente que nos rodea es más condescendiente a nuestros errores y metidas de pata. Siempre y cuando, sean nuestras acciones las que nos respalden, y no nuestras excusas.